Descripción
En un pequeño taller de costura, Tomás creó un conejo de trapo llamado Mimí. Con sus largas orejas y suave cuerpo, Mimí parecía tener una magia especial, como si estuviera hecha para brindar consuelo.
Un día, Clara, una niña tímida, pasó cerca del taller y vio al conejo en la ventana. Sintió una conexión instantánea y, al entrar, pidió llevarla a casa. Desde ese momento, Mimí se convirtió en su mejor amiga, siempre a su lado en los momentos felices y también cuando Clara se sentía triste.
Cada noche, Mimí la acompañaba a la cama, y con su suave abrazo, le daba la calma que necesitaba para dormir. Mimí no solo era un juguete, sino una presencia que comprendía y cuidaba de Clara, haciendo que su infancia fuera más tranquila y llena de amor.
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